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En Esta Casa Hay Fantasmas

mQh publica un artículo sobre fantasmas y casas embrujadas, y qué el mundo inmobiliario y la ley a este respecto. Sigue aquí:


[Kathryn Matthews] La ley no exige que los vendedores comuniquen que las casas están embrujadas.
John Knott, propietario de Quadrille, una compañía de tejidos y tapices de Manhattan, pensaba que tendría sorpresas cuando compró una casa de fin de semana en el campo, una casa del Renacimiento Griego de 1839, en Kinderhook, en el condado de Columbia, Nueva York. Era inevitable que surgieran inconvenientes -un tejado con filtraciones, tuberías problemáticas, problemas con la caldera.
Pero no había esperado fantasmas.
Incluso después de que empezaran a aparecer los signos, seguía siendo escéptico. Un invitado francés fue despertado de un profundo sueño al alba -a pesar de que usaba tapones, por los repetidos ruidos de golpes en la puerta del dormitorio, aunque nadie estaba golpeando. Un visitante que se quedó a dormir en el piso superior despertó para ver una asombrosa visión de esclavos africanos trabajando la tierra. Y una amiga íntima, la florista de Nueva York Helena Lehane, dio pronto término a una visita después de ser acosada por angustiantes pesadillas; sus gritos -descritos por Knott como desgarradores- hicieron que todo el mundo corriera hacia su cuarto. Lehane, que se describe como psíquicamente sensible, recuerda su experiencia en la casa como un encuentro con "una presencia maligna'. Volvió a Manhattan a toda prisa a la mañana siguiente.
"Había oído sobre todas esas cosas locas que estaban ocurriendo", dice Knott. "Pero me negaba a creer que estaba viviendo en una casa encantada".
Entonces, una noche que leía en cama, despierto a las tres de la mañana, los sonidos de la pesada respiración de un hombre, que parecía venir del techo, llenó la habitación. "Aparentemente", dijo, "el hecho de que hubiera estado despierto toda la noche en una habitación brillantemente iluminada no fue un hecho disuasivo para lo que quiera que fuese".
El hombre no ha reaparecido, pero si lo hace, Knott está preparado para tratarlo con respeto.
El Valle de Hudson ha inspirado toda la vida historias sobrenaturales, muchas de ellas ambientadas en el condado de Columbia, al este del río a unos 48 kilómetros al sur de Albany. La zona nutrió el fantasmagórico imaginario de Washington Irving, que reunió materiales para su ‘La leyenda de Sleepy Hollow' cuando vivía en Kinderhook como profesor particular de los hijos de Peter Van Ness, un importante magistrado de la localidad. Casi dos siglos después, Hans von Behr, ingeniero metalúrgico jubilado y fotógrafo de Greenwich Village, utilizó 17 relatos sobre casas encantadas en el condado de Columbia -incluyendo su propia casa de verano en Old Chatham- para su libro ‘Ghost in Residence', (North Country, 1986).
La casa de von Behr, construida en 1790 y conocida como el Old Chase Place, gozaba de la reputación de ser una casa encantada, según su hijo, Bob, que ahora vive allá permanentemente con su esposa, hija y madre. En los días en que su padre soltero vivía allí, dijo Bob von Behr, visitantes de la casa hablaron de ráfagas de aire frío, visiones de figuras flotantes, pasos y repiqueteos. Ahora las cosas se han calmado. "Estamos convencidos de nuestros fantasmas se mudaron debido a que nuestra familia es demasiado aburrida o demasiada bulliciosa", dijo.
Aunque los residentes de toda la vida no son inmunes, los espíritus parecen tener una especial afinidad con los desconocidos de la ciudad que compran viejas casonas como segunda casa. Atraídos por el romanticismo de restaurar una vieja vivienda, los vecinos de fines de semana se sienten repentinamente inquietos cuando llega el momento de echarse a domir en una vieja y crujiente casona en un camino abandonado. La inquietud crece si los vecinos trasmiten los rumores de que la casa está encantada.
"Como uno de los primeros asentamientos en el estado de Nueva York, el condado de Columbia abunda en casas viejas, con una razonable cuota de casas de las que se dice que están encantadas", dijo Jim Eyre, miembro del directorio de la Sociedad Histórica del Condado de Columbia y editor de su revista, la Columbia County History and Heritage. "Esta zona ha estado siempre cargada de historias de fantasmas'.
En 1941, Esther Leeming Tuttle, modelo y actriz, y su marido, Ben, recibieron advertencias de este tipo cuando compraron la granja holandesa de Jesse Merwin en Kinderhook como casa de verano. Merwin era amigo de Washington Irving y fue la inspiración de Ichabod Crane. Tuttle, que ahora tiene 95 y todavía vive en la casa, dijo que aunque ella misma nunca tuvo encuentros con fantasmas, los miembros de su familia sí los tuvieron. Un fantasma se apareció a uno de sus hijos en el porche; la puerta del dormitorio donde alojaba su suegra se abrió misteriosamente y se abría y cerraba sola. Los Tuttle no se asustaron. "Pensamos que si teníamos fantasmas, que eran del tipo amistoso", dijo. "Pensé que era un privilegio tenerlos en casa".

Fantasmas y Agentes Inmobiliarios
Jean Hamilton, presidente de Xonos, una compañía de software y comercio por internet, y miembro de una firma de inversiones, y su marido, se encontraron con un espíritu menos amistoso en Broadstairs, su casa en el pueblo de Ghent en el condado de Columbia.
Se encogieron de hombros ante los vagos rumores de apariciones antes de comprarla en 1984; se habían prendado de la casa de diez habitaciones, tres cuartos de baño y un vestíbulo central de 1720 que fue antes una posada y está situada en un terreno de 142 hectáreas. "Nos considerábamos realistas testarudos, y definitivamente no creíamos en esas cosas", dice la señora Hamilton. Incluso después de que se mudaran y empezaran a oír esos raros ruidos -sonidos que eran como si se estuviesen arrastrando muebles, un sordo coro de murmullos en el rellano y pasos en la noche-, rechazaron las explicaciones sobrenaturales.
Entonces un invitado, Bill Placke, un banquero de Summit, Nueva Jersey, dormitaba en el cuarto de invitados junto a su esposa dormida, contó, cuando a los pies de la cama se paró una esquelética aparición envuelta en un vestido blanco. Se balanceó hacia él y desapareció. "Nunca sentí tanto miedo en mi vida", confesó.
Y cuando el cuñado de la señora Hamilton, Jim McCarthy, un abogado de Connecticut, alojó solo en Broadstairs una gélida noche de invierno, los ruidos diversos que había atribuido a la ‘reacción' de la casa ante el agudo frío, se cambiaron repentinamente en nítidos pasos de alguien que subía por la escalera, cada vez más fuertes y más cercanos, hasta que se pararon abruptamente frente a la puerta de su dormitorio. Esperaba que irrumpiera algún "individuo feroz" de carne y hueso, pero no hubo más que silencio. "Nunca he vuelto a dormir solo en esa casa", dijo McCarthy. "Si tuviera que hacerlo, llevaría una escopeta".
Hamilton y su marido investigaron la historia de su casa y descubrieron que había sido el escenario de al menos dos asesinatos: en 1791 un antiguo dueño, Cornelius Hogeboom, había sido asesinado en el lugar, y un siglo más tarde, John Schmidt, un granjero que trabajaba en Broadstairs, golpeó a su hijastro hasta que lo mató con un martillo y fue acusado de matar a otro hombre, cuyo cuerpo encontraron enterrado en el sótano.
Todo esto hace sentido para el doctor Hans Holzer, que vive en Manhattan y ha escrito más de cien libros sobre lo paranormal, incluyendo ‘Ghosts' (Black Dog & Leventhal Publishers, 1997). En casos de muertes violentas o no naturales, el cuerpo etéreo (aura, alma) no logra hacer la transición hacia ‘el otro lado', dijo, porque no está consciente de su propia muerte o tiene asuntos pendientes.
El doctor Paul Kurtz, un conocido escéptico de los asuntos sobrenaturales, ofrece explicaciones menos románticas. "Conocer la historia de una casa puede estimular la imaginación creativa", dijo Kurtz, presidente del Comité de Investigación Científica de Asuntos Paranormales de Amherst, Nueva York, que publica la revista Skeptical Inquirer. Incluso tiene algunas experiencias personales.
Hace unos 35 años, dijo, él y su esposa compraron una vieja casa de campo en el condado de Saratoga. Desde el día que llegaron, empezaron a oír ruidos extraños e inquietantes, y su alarma inicial fue alimentada por los rumores locales de que su casa estaba embrujada. Sin embargo, después de investigar el asunto, descubrieron que el fantasma era una guarida de ardillas que empujaban bellotas en el suelo del desván.
Lo que más aterra a muchos propietarios con casas encantadas no es el fantasma mismo, sino su posible efecto disuasivo en futuros compradores. Los vendendores tienden a guardar silencio sobre los espíritus residentes, y lo mismo hacen los agentes inmobiliarios.
"Si alguien es muy sensible a las vibraciones de una casa, probablemente le diré algo", dice Marjorie Cartwright, una agente inmobiliaria para Arthur Lee, de Red Rock en East Chatham, que se especializa en casas de fin de semana y segundas. "Otros no se enteran de nada, ¿así que para qué mencionar el asunto?"
Normalmente la ley no exige revelar la presencia de un fantasma, aunque un caso en tribunales en 1991 anuló un contrato de 650 mil dólares más abajo en otro pueblo del río Hudson, Nyack, Nueva York, por un asunto similar. Los compradores prospectivos, que vivían a una hora de distancia y no estaban familiarizados con las tradiciones locales, se quejaron de que no se les había dicho que la casa estaba encantada. El tribunal determinó que el dueño había perjudicado el valor potencial de reventa de la casa de los compradores al incluirla en una atracción ‘encantada' en giras turísticas locales y hablando con la prensa local sobre la casa.
A veces un propietario (el vendedor de Nyack era aparentemente un ejemplo) en realidad disfruta de la reputación de la casa como encantada, y puede hablar orgullosamente de ella con amigos y desconocidos por igual. Y las tabernas de campo se sabe que publicitan en sus páginas web como atracciones turísticas a sus supuestos fantasmas.
Knott no ha pensado nunca en vender su casa de fin de semana, a pesar de los fantasmas. Pero su actitud tiene más que ver con tolerancia que con orgullo. "No soy tan aficionado que me vuelva completamente loco, pero no me afecta personalmente -excepto una vez", dijo. "Francamente, la renovación de mi casa -y tratar con los contratistas- demostró ser un dolor de cabeza mucho peor que cualquier fantasma".

13 de octubre de 2006
©new york times
©traducción mQh
[viene de mQh ]

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