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Otras Notas Sobre un Sueño Extraño

He vivido una extraña y sobrecogedora experiencia, que ha hecho temblar mis cimientos epistemológicos. Este sueño -llego a una ciudad extraña por una amplia avenida, con cerros y despeñaderos a sus lados en los que hay construcciones y casas, algunas de ellas de estilo alemán ("en la colina, a una calle que da a un río, en una región muy verde, soleada, con casas de dos y tres pisos a sus lados -como si estuviéramos en el Rin", escribí entonces)- lo tuve el 4 de enero de 2005. El paisaje con que sueño se me hacía caribeño, pero me encontraba con compatriotas en un restaurante marítimo. [El sueño está publicado en esta bitácora bajo el título de ‘Tuve un Sueño Extraño’].
Para esa fecha vivía yo en Amsterdam y no presentía que, en octubre, me marcharía de esa ciudad. Ahora vivo en Valparaíso. Semanas atrás visitamos Viña del Mar, una ciudad que está justamente al lado de Valparaíso y a la que se llega, después de cruzar la avenida costanera y el malecón que separa a las dos ciudades, por una amplia avenida, con la ciudad a un lado, y el despeñadero de un cerro al otro. A su izquierda uno de los primeros edificios que ve el viajero es una antigua casona amarilla, de cuatro pisos, de estilo alemán -o renano, pues es de esas casas con vigas por fuera. Las dos ciudades se caracterizan por la gran influencia que han tenido sus poblaciones germánica e inglesa en su arquitectura. Muchas de las casas son de adobe y madera.
Esta avenida, que lleva dos nombres (recuerdo sólo uno, el de Alvares; creo que cada sentido lleva un nombre), corre paralela al estero de Marga-Marga, un amplio canal con una frondosa y verde vegetación y palmeras a sus lados, lo que da un aire eminentemente tropical -del trópico hispano, quizás, como Veracruz, o La Habana.
Demás está decir que en ambas ciudades abundan mis compatriotas y los restaurantes marítimos, cada uno con sus especialidades en sopas y, ciertamente, de mariscos desconocidos en Europa (Chile cuenta con muchos mariscos únicos de sus costas, como los picorocos, cholgas, choros maltones, piure, y varias especies de algas).
Los enormes libreros que aparecen en mi sueño me hacen recordar que los libreros se han transformado en un tema constante de nuestra vida aquí, pues tenemos una enorme cantidad de libros y encargamos los muebles a un carpintero. Son los nuevos libreros enormes, de dos metros de alto -para aprovechar la altura de las habitaciones, que en realidad son altísimas, de más de tres metros.
Y cuando releo la aventura en el cuchitril no puedo dejar de recordar que uno de los primeros apartamentos que visitamos con la intención de alquilar, en Valparaíso, cerca de la avenida Argentina, detrás de donde hoy se ha erigido un moderno supermercado, era tan bajo que más bien parecía una jaula -hasta tal punto que yo, que soy chico, tocaba el techo con las manos.
Las casas que tiemblan del sueño me recuerdan los numerosos y espantosos temblores de tierra que hemos debido sufrir, y a los que no queda más recurso que acostumbrarse -porque en el país se registra la espeluznante cantidad de tres mil temblores al año, la mayoría de los cuales no son afortunadamente registrados por nuestros sentidos, hecho que mi novia no se atreve todavía a contar a sus padres.
Si quisiera, podría ver en la descripción de una "ciudad del Caribe", con un río, pero junto al mar, una referencia a la vegetación y las palmeras de Viña del Mar y Valparaíso. Y en las casas de estilo alemán, "como si estuviéramos en el Rin", las casonas que todavía se elevan a los lados de la avenida Alvares, de Viña.
Todo esto, repito, porque cuando soñé esto no podía ni presentir que nos marcharíamos. La decisión de abandonar Holanda, y esa maravillosa ciudad que es Amsterdam, la tomamos recién en marzo, angustiados por los terribles acontecimientos en ese país y temiendo que la situación deviniese aún peor para los que han nacido en el extranjero. Lamentablemente, no puedo decir que hayamos exagerado ni que nuestras angustias hayan sido injustificadas. La decisión de asentarnos en Valparaíso la tomamos recién estando en Chile, después de considerar Cartagena y otras pequeñas ciudades del litoral.
Cuando nos acercábamos a Viña del Mar desde Valparaíso y vi la casona amarilla renana por la ventanilla del autobús, no tuve la menor duda de que la ciudad con la que había soñado en enero, cuando aún no sabía que me marcharía de los Países Bajos, era Viña del Mar. Y se me pusieron los pelos de punta, como ahora, y me dieron unas terribles ganas de llorar, como ahora, que todavía no entiendo.

1 comentario

Vicent -

He leido las otras notas del sueño y me ha parecido muy interesante.
Pero he de confesarte que soy muy escéptico en todo lo referente a sucesos paranormales. Supongo por gustarme mucho las ciencias, física y matemáticas, y por darle a todo un punto de vista lógico.
Aún así, por querer reconocer que la mente humana nunca será capaz de comprender todo lo que nos ocurre, me interesan estos temas y los leo con la seriedad que se merecen pero debes permitirme que ocupe el lugar de abogado del diablo, porque siempre lo hago, y me deja más tranquilo pensar que todo tiene una lógica.

Como te dije, no soy experto en estos temas, sólo hablo de mi própia experiencia.
He oido a familiares, o yo mismo he soñado algo que después se cumple. No puedo saber cuán detallados son tus sueños, puedo percibir que mucho, pero si hay algo incosistente en este mundo creo que son los sueños. Siento que muchos de mis sueños, que recordaba vagamente despues de despertarme los he completado al evocarlos. Estos sueños, faltos de colores, de caras o detalles, al sacarlos de la memoria se enriquecen con aquello que ya se sabe. Sobretodo aquellos sueños lejanos. Tambien puede ocurrir con recuerdos lejanos.
Con esto quiero decir, que seguramente lo que soñaste no se correspondia con el lugar que después visitaste, pero al tener muchas similitudes caiste en el convencimiento de que habias soñado exactamente con el lugar en el que te encontrabas.
Seguramente no compartiras mis argumentos pero quiero que sepas que en mi encontrarás siempre un amigo escéptico con el que cambiar pareceres.
Un saludo.